Educar en ciencias para la vida y la ciudadanía
La ciencia se define por ciertos valores que la caracterizan: honestidad, racionalidad, autocrítica, perseverancia, objetividad, principalmente, pero como actividad humana que es, está condicionada por factores económicos, ideológicos, de poder y otros que conllevan una diferenciación en la práctica entre valores “proclamados” y valores “aplicados”. Las clases de ciencias no deberían estar al margen de esta dialéctica (Sanmartí, 2002). Para los niños de edad intermedia: desarrollar una curiosidad más específica sobre cómo funcionan las tecnologías y el mundo natural, cómo diseñar y crear objetos, cómo cuidar las cosas, y un conocimiento básico de la salud.
Para la escuela secundaria: abrir todos un camino potencial hacia las carreras de la ciencia y la tecnología, proveer información sobre la visión científica del mundo que es, de probada utilidad para muchos ciudadanos, comunicar algunos aspe tos del rol de la ciencia y de la tecnología en la vida social, ayudar a desarrollar habilidades de razonamiento lógico y complejo, y el uso de múltiples representaciones.
“No se nace con valores, los niños deben ser educados para vivir en sociedad”.
Vivimos en un mundo bombardeado de información que apela a la cientificidad de sus contenidos a cada momento. Ya sea por Internet, televisión, prensa y la radio, entre otros medios. Es común pensar que enseñar ciencias implica sólo exponer teorías y conceptos acabados. Se procura que la enseñanza de las ciencias sea más humanística y mejor conectada con la sociedad (Pozo, 2006). En algunas ocasiones se ha malentendido esta acción y se cree que con hablar del “Día mundial del medio ambiente”, “Día mundial de la salud” o “Día mundial de la lucha contra el sida” es suficiente para enseñar temas tan importantes de manera puntual y en un momento específico durante el ciclo escolar: en lugar de ser utilizados como elemento motivador o “pretexto” para ser abordados en las clases de ciencias con la seriedad y el rigor necesarios.